miércoles, 30 de enero de 2008

U eSe A ! U eSe A ! U eSe A !

Ya estamos en los estados unidos (God bless them), concretamente en el Yosemity National Park (estado de California). Es bonito de la leche (cuando se llega a ver algo entre la niebla y la nieve…)

Pero lo de Yosemity lo dejo para la próxima entrega. Ahora os voy a hablar de un bonito pueblo californiano llamado Merced, y que es el equivalente yanki a Albacete: lo más interesante que hay son los bares (y hay pocos). Por azares propios de la vida del viajero (resumiendo: nos equivocamos de estación y perdimos el autobús), nos pasamos un día allí metidos pensando si ir a comer hamburguesa, pizza o tacos hasta que… ¡descubrimiento! Mirar lo que encontramos a unas 20 millas del pueblo:


Impresionante… Una antigua base aérea reconvertida en museo con cuarenta y tantos aviones de la 2ª guerra mundial y posteriores.

Próximo capítulo: Yosemity bajo cero.

viernes, 25 de enero de 2008

Isla Navarino… el auténtico y genuino culo del mundo

Estando en Ushuaia, y no bastante satisfechos con haber llegado a la que llaman la ciudad más austral del planeta, decidimos ir un paso adelante y bajar a la población más austral del planeta: Puerto Williams. De sus 2000 habitantes, 1000 son marinos de la armada chilena, y los otros 1000 trabajan en los bares y restaurantes donde van los 1000 marineros, junto con algunos turistas mal aconsejados como nosotros. La isla de Navarino en conjunto, que viene a ser del tamaño de Ibiza, tiene unos 2014 habitantes (a día de hoy, desconocemos a que se dedican los 14 que no están en Puerto Williams).

Pasamos a la isla porque A) nos lo recomendó un chileno muy majo que conocimos en Torres del Paine y que nos volvimos a encontrar en Ushuaia y B) porque Ushuaia tampoco da para tanto: al final te aburres de los pingüinos y focas. El traslado se hace en una barcucha de casco semi-rígido que atraviesa el canal de Beagle dando unos botes de impresión, y empapando a todo el pasaje (7 personas) menos a los del centro (nosotros, jejeje…). Eso si, te cobran como si fuese un camarote de lujo en un crucero de Marsans.

Llegados allí, empezamos a hacer un bonito trekking de cuatro días que atraviesa la isla de norte a sur y luego vuelve por otros valles diferentes. Tan bonito y agradable nos resultó, que lo hicimos en menos de tres días, para liquidarlo cuanto antes y volver a Ushuaia a tomar mojitos en el Dublín. Y no es que el paisaje no fuera bonito. Pero es que la isla de Navarino tiene la particularidad de estar formada en un 33% de alta montaña, un 33% de bosque denso y lleno de árboles caídos, y un 33% de ciénagas (aquí les llaman turberas, que queda más… “turístico”) con trillones de mosquitos trompeteros. Y claro, cuando no hay un camino abierto… estos dos últimos terrenos resultan un coñazo!


Además, los cabrones de los castores se dedican a hacer presas por todos lados, como si no hubiera ya bastantes zonas inundadas!

Eso si, vimos el cabo de Hornos a “solo” 100 Kilómetros (bueno y que, a mi me hizo ilusión)

Y para colmo, me intentó violar un perro con las hormonas descarriadas...


Moraleja: si queréis putear a algún amigo montañero que os caiga mal, aconsejarle el trekking de los dientes de Navarino.

Ah!!! Os presento a “Bolillo”! Nuestro mejor encuentro en Navarino.

Si, ya lo se, voy fatal afeitado. En realidad, me estoy dejando barba, solo que va despaaaacio; todo empezó en el Aconcagua, por pura imposibilidad de afeitarme; pero resulta que este hábito cuadra estupendamente con mi naturaleza “relajada”.

Ushuaia… ¿fin del mundo? ¿o culo del mundo?

Juzguen ustedes mismos… Allá llegamos, a bordo de una avioneta sospechosamente parecida al Dragon Rapid con el que Franco llegó a Marruecos. LADE, Líneas Aéreas del Estado (Argentino). Es una aerolínea “artesanal”; familiar, podría decirse si no fuera porque el personal y los aviones pertenecen a la Fuerza Aérea Argentina! Pero llegamos (y por la mitad de dinero que con Aerolíneas Argentinas). Y hasta nos invitaron a la cabina del piloto (pero sin poder tocar los botoncitos).

A Ushuaia veníamos con una misión principal: ver pingüinos y focas. Y los vimos, vaya si los vimos. Los leones marinos son una pasada! Lo único malo es que solo se pueden ver desde un barquito más antiguo que el de Chanquete (y además huelen a truenos). Pero mirar que pasada!



Los pajarracos blancos y negros que coexisten con los leones son cormoranes; me los salto, que nadie les hace caso. Bueno, pongo una foto suya:

También vimos una ballena extraviada por el canal de Beagle, pero… hay! No me dio tiempo a sacarle una foto.

Y luego los pingüinillos… ¡me he enamorao! Son una pasada… nos pasamos la excursión luchando con la tentación de coger uno y esconderlo en la mochila para llevárnoslo. Y las crías… así, recubiertas de pelusilla suave… son como peluches!


Del resto de días en Ushuaia… poca cosa interesante. Nos ha dado una especie de “vagancia austral” que nos hace dormir hasta las doce. Y tampoco ayudan los mojitos que ponen en el Dublín (el pub irlandés que no falta ni en el culo del mundo).

Bueno… se puede mencionar como evento destacable que Carmen se hizo la manicura, la pedicura y además se dio un masaje (como viven algunos…)

martes, 8 de enero de 2008

Las Torres del Paine

Superado el disgusto de la bota, nos dirigimos a la siguiente aventura: el circuito de la W en las Torres del Paine, Chile. Visto el poco éxito de la narración día por día de la subida al Aconcagua, voy a despachar este recorrido de ocho días en un par de párrafos.

Ocho días? Quien haya oído hablar del circuito de la W sabrá que se puede hacer en cuatro… emmm… si, es cierto; se puede hacer en cuatro días. Pero que se le va a hacer, no todos nos llamamos Reinhold Messner. Además, el primer día y casi todo el segundo estuvo lloviendo. Bueno si, somos unos chichis, y que!

Bueno, el caso es que las Torres son una pasada, de las montañas más impresionantes que he visto. Van las fotos que los atestiguan:

Vista desde Laguna Amarga


Los Cuernos del Paine


El glaciar Grey




Cerro Catedral


Inciso para contar algo: el primer día en el parque nacional era 31 de diciembre! Ya teníamos asumido que íbamos a pasar la noche vieja cenando pasta de sobre y bebiendo zumo en polvo, pero… oh sorpresa! En el primer campamento donde estuvimos, había un refugio que organizaba una cena, con la consiguiente fiesta después, con pisco sours al módico precio de 5 $ unidad. Sirva el cogorcio que nos cogimos (perdón, nos agarramos, que en Chile también aplica la norma) como excusa adicional para no movernos al día siguiente.



Enanito sonriente


Las Torres


Y vuelta a El Calafate (y vuelta a comer decentemente; muerte a las sopas de sobre!!!). Próximo destino… Ushuaia.

El Chaltén y sus picos

Des-saturados de montaña tras los glaciares (ojo, visitados desde el catamarán), nuestros atiborrados de comida expedicionarios dirigen sus pasos a la terminal de buses para tomar (prohibido decir “coger el bus” en Argentina) uno de estos artefactos e ir al Chanten. Que hay allí? Poca cosa… solo algunos de los picos más míticos del mundo del alpinismo:

Fitz Roy:







Cerro Torre:



Aparte de un par de excursiones de un día, también intentamos hacer un recorrido de varios días por el hielo continental (una planicie de hielo de 40 por nosecuantos kilómetros), pero tras cargar todo el día con unos doscientos mil kilos a la espalda, y un trineo arrastrando del arnés, casi morimos ahogados en el intento… bueno, quizá exagero un poco; el caso es que teníamos que vadear un río, y Carmén calló a la mitad y perdió una bota y los bastones... que bajando el río, fueron a parar al lago Eléctrico (doy el nombre por si alguien quiere ir a intentar recuperarlos). Y allí quedaron.


Y claro… con los dioses tan claramente en nuestra contra, tuvimos que acampar allí mismo (y de paso esperar a ver si el lago nos devolvía el material robado) y salir huyendo al día siguiente, con el rabo entre las piernas, el trineo arrastrando detrás y mi neceser de Agua Brava haciendo de bota de emergencia.

El Calafate y sus glaciares

Saturados de montaña tras el Aconcagua, nuestros valientes expedicionarios dirigen ahora sus pasos hacia el sur, tierra de inmensos glaciares y jugosos corderos patagónicos. El Calafate es la “ciudad” desde la que se visita el famoso glaciar “Perito Moreno”, ese del que (siempre que uno no esté mirando) se desprenden enormes bloques que caen a un lago y salpican agua fresquita. Nosotros nos tuvimos que conformar con un par de bloques raquíticos, que se le va a hacer. Pero solo la vista del glaciar, sin fuegos artificiales, ya merece la pena:



También visitamos otros glaciares de por allí, menos famosos pero más grandes. Eso si, en barquito, para no cansarnos demasiado.



Al rescate del blog abandonado…

Ejem! Si, ya se que he dejado al pobre blog a su suerte después del Aconcagua; será el trauma causado por este??? No! Es pura vagancia! Arreglemos este entuerto:

Punto 1: FELIZ NAVIDAD!!!
Punto 2: FELIZ AÑO NUEVO!!!
Punto 3: El viaje ha continuado durante este largo silencio: El Calafate, El Chaltén y Torres del Paine. Va una entrada por cada sitio visitado (ya que me pongo…)